La trata atlántica fue una de las mayores y más complejas empresas
marítimas y comerciales de la historia. Entre 1492 y 1870 fueron
transportados diez millones de esclavos negros de África a las Américas
con destino a las plantaciones de tabaco, caña, café, algodón y arroz, a
las minas de oro y plata o al servicio doméstico por traficantes
portugueses, ingleses, franceses, holandeses, españoles y
norteamericanos (por orden de importancia). En su apogeo, ingleses y
franceses transportaban unos cuarenta mil cautivos al año, comprados por
lo general a monarcas africanos o a mercaderes en la desembocadura de
los grandes ríos africanos de la costa atlántica a cambio de lingotes de
cobre o hierro, armas de fuego, vino, brandy, ron y objetos como
cuentas de cristal, sombreros, bacías y cuchillos. Numerosos africanos
participaron, sobre todo los reyes de Ashanti, Dahomey, Benin, Loango,
Congo, Angola, Mozambique y Madagascar. Hugh Thomas analiza este
extraordinario comercio desde que lo iniciaron los portugueses hasta su
fin tras la guerra civil norteamericana. Estudia también el movimiento
abolicionista, cuyas raíces se encuentran entre los cuáqueros de Estados
Unidos y Gran Bretaña, los filósofos franceses y unos cuantos
sacerdotes católicos ilustrados. Dedica atención especial a los
traficantes de Europa y, cuando ya estaba prohibido, a personajes tan
curiosos como Félix de Sousa, un brasileño establecido en Dahomey, y
Julián Zulueta, el último de los grandes negreros de Cuba.
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